Vigilia de oración por los empobrecidos

 

Organizada desde 2009 con Pastoral del Trabajo, Pastoral de Migraciones, Caritas Diocesana, Apostolado Seglar, HOAC, Hermandades, JOC y EPPOs, y celebrada en la parroquia de Nuestra Señora de las Angustias, venimos cooperando en esta vigilia preparada por organizaciones diocesanas. Pretendemos no solo la sensibilización sino la denuncia de la injusticia social. La vigilia es la suma de eventos singulares: oración, ponencia de expertos, canciones de cantautor cristiano relevante, comunicación de experiencias, juegos y actividades lúdicas, aprobación del manifiesto y eucaristía. Desde el año 2016, con motivo del nacimiento de la Vicaría de Pastoral Social e Innovación se han sumado Pastoral Penitenciaria, Pastoral Gitana y Pastoral de Tráfico.

 

MANIFIESTO

DE PASTORAL DEL TRABAJO, CÁRITAS DIOCESANA, DELEGACIÓN DE APOSTOLADO SEGLAR, DELEGACIÓN DE MIGRACIONES, DELEGACIÓN DE PASTORAL PENITENCIARIA, DELEGACIÓN DE PASTORAL GITANA, DELEGACIÓN DE PASTORAL DE TRÁFICO, EPPOS (EQUIPOS PARROQUIALES DE PASTORAL OBRERA), HOAC (HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA), JOC (JUVENTUD OBRERA CRISTIANA), HHT (HERMANDADES DEL TRABAJO) Y JUSTICIA Y PAZ, TODAS ELLAS DE LA DIÓCESIS DE MADRID

ANTE EL RETO DEL PARO: JUSTICIA Y MISERICORDIA

9 de abril de 2016

 

 

 

Nuestra octava vigilia de oración con quienes sufren la crisis nos ha revelado que el paro se puede resolver con justicia y misericordia.

 

Queremos que el bien común sea precisamente la brújula que oriente la actividad productiva, para que crezca una economía de todos y para todos. Como dice el Papa Francisco (Discurso a la Confederación General de la Industria Italiana, sábado 27 de febrero de 2016), esto es verdaderamente posible, con la condición de que la simple proclamación de la libertad económica no prevalezca sobre la concreta libertad del hombre y sus derechos, que el mercado no sea algo absoluto, sino que considere las exigencias de la justicia y, además, la dignidad de la persona. Porque no hay libertad sin justicia y no hay justicia sin el respeto de la dignidad de cada uno.

 

Queremos contribuir con nuestro trabajo a una sociedad más justa y cercana a las necesidades humanas. Necesitamos ética para construir proyectos de trabajo, para construir empresas. Los valores son la «espina dorsal» de nuestros proyectos de formación y de promoción de las relaciones sociales. Son una alternativa concreta ante el modelo consumista de la ganancia a toda costa. En el complejo mundo de las relaciones sociales y productivas significa invertir en proyectos que sepan incluir tantas personas a menudo olvidadas o despreciadas.

 

Las familias deben ser hogares de humanidad, donde encuentran sentido y valor la experiencia del trabajo, el sacrificio que lo alimenta y los frutos que de él se derivan. Y, juntamente con las familias, no podemos olvidar las categorías más débiles y marginales, como las etnias discriminadas, los refugiados obligados a abandonar su país por motivos económicos, sociales, laborales, de religión...; los presos y quienes abandonan la cárcel, los ancianos. Y, ¿qué decir de todos los potenciales trabajadores, especialmente de los jóvenes, que, prisioneros de la precariedad o de largos períodos de desocupación, no se ven interpelados por una petición de trabajo que les dé, además de un honesto salario, también la dignidad de la que a menudo se sienten privados? ¿y las mujeres que siguen con la desigualdad salarial realizando el mismo trabajo que el hombre?

 

La justicia marca la diferencia para una empresa que coloque a la persona en el centro. Significa plantear el trabajo no a partir del genio solitario de un individuo, sino a partir de la colaboración de muchos. Significa «hacer red» para valorizar los dones de todos, sin descuidar la unicidad irrepetible de cada uno. Que en el centro de cada empresa debe estar la persona: no la persona abstracta, ideal, teórica, sino la persona concreta, con sus sueños, sus necesidades, sus esperanzas, sus cansancios.

Esta atención a la persona concreta comporta una serie de elecciones importantes: significa dar a cada uno lo que le corresponde, alejando a madres y padres de familia de la angustia de no poder dar un futuro ni tampoco un presente a sus hijos; significa compartir con humildad y confianza proyectos e ideas; significa que el trabajo cree otro trabajo, la responsabilidad cree otra responsabilidad, la esperanza cree otra esperanza, sobre todo para las jóvenes generaciones, que hoy más que nunca tienen esta necesidad.

Nos comprometemos con el Papa Francisco en el desafío de sostenernos mutuamente, de hacer de la experiencia de fraternidad una ocasión para más posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos (Evangelii Gaudium, n. 87). Ante tantas barreras de injusticia, soledad, desconfianza y sospecha que aún se siguen levantando en nuestros días, el mundo del trabajo está llamado a dar pasos valientes para que el trabajo decente sea un programa para el presente y el futuro.

Nos comprometemos a servir verdaderamente al bien común y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo. Nos comprometemos a ser constructores del bien común y artífices de un nuevo «humanismo del trabajo».

Estamos llamados a prestar atención a las condiciones en las que se realiza el trabajo, para que nuestra vía maestra sea siempre la justicia, que rechaza las desviaciones peligrosas de la deshonestidad. La atención a la dignidad humana es el valor absoluto y legítimo y marca el horizonte de altruismo que distingue nuestro compromiso. Rechazamos categóricamente que la dignidad de la persona sea pisoteada en nombre de exigencias productivas, que enmascaran miopías individualistas, tristes egoísmos y sed de ganancia.

 

 

MANIFIESTO DE PASTORAL DEL TRABAJO, CÁRITAS DIOCESANA, DELEGACIÓN DE APOSTOLADO SEGLAR, DELEGACIÓN DIOCESANA DE MIGRACIONES, EPPOS (EQUIPOS PARROQUIALES DE PASTORAL OBRERA), HOAC (HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA), JOC (JUVENTUD OBRERA CRISTIANA), HHT (HERMANDADES DEL TRABAJO) Y JUSTICIA Y PAZ, TODAS ELLAS DE LA DIÓCESIS DE MADRID


 
   19 de abril de 2015

Nuestra séptima vigilia de oración por quienes sufren la crisis nos ha revelado que el paro no es un problema que sufre solo el hermano desempleado sino que aqueja a toda la humanidad. Reconocernos en el hermano desempleado significa humildad, modestia y pudor con quien sufre el paro, la precariedad o un trabajo indecente y valentía frente a quienes viven en el lucro, la codicia, la opulencia y la corrupción.

En nuestra velada hemos visto la luz de la creación de empleo y la caída del paro. Observamos con angustia la sombra de la consolidación del precariado en España. Lamentamos las tinieblas del paro de larga duración y de tantas y tantas familias sin empleo y sin ingresos. Aunque miramos con esperanza, prevemos un futuro de incertidumbre.

A partir de una lectura creyente de esta realidad, no queremos clavar culpas en los corazones de las víctimas ni sumirnos en la resignación o el escepticismo. Sabemos que todo es según el dolor con que se mira. Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

No queremos vivir en una cultura del descarte, como dice el papa Francisco, donde fácilmente hacemos sobrar personas. No deseamos construir un mundo dividido entre los que sobran y los escogidos. No renunciamos a una mirada utópica. No vamos a olvidar a nuestro hermano y vamos a buscarlo.

Hemos llegado a este mundo sin nada y sin nada lo dejaremos. Anhelamos derrochar solidaridad a lo largo de toda nuestra vida y movilizarnos pacíficamente en la reivindicación de un trabajo decente y en la denuncia de las políticas injustas y empobrecedoras.
Sabemos que va Dios mismo en nuestro mismo caminar.

Nos comprometemos a defender la justicia y la dignidad, el derecho de todos los seres humanos a una vida digna y segura. Queremos escuchar el grito de sufrimiento y dolor de las personas paradas y empobrecidas por corrupciones escandalosas. Reivindicamos la honestidad para toda la vida social.

Nos proponemos repartir lo que tenemos y recrear nuestro mundo, huir de la codicia. Anhelamos construir comunidad con los empobrecidos, compartir trabajos, tareas y bienes, atender necesidades.


Queremos reconocernos en el hermano desempleado.

 

 

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MIGRACIONES, EPPOS (EQUIPOS PARROQUIALES DE PASTORAL OBRERA), HOAC (HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA), JOC (JUVENTUD OBRERA CRISTIANA), HHT (HERMANDADES DEL TRABAJO) Y JUSTICIA Y PAZ, TODAS ELLAS DE LA DIÓCESIS DE MADRID


     6 de abril de 2014

En una velada de oración, de canciones y de testimonios, acompañada de cuentos, de humor, de café y de chocolate, hemos visto que es mucho lo que oscurece la esperanza de multitud de personas: el paro, la pobreza, la pérdida de derechos, la falta de ayudas, la exclusión, el desamparo, la falta de futuro... En España hemos pasado de ocho a once millones de pobres. En el mundo son ya más de mil millones. Crece la incertidumbre, la desigualdad es intensa y creciente, la pobreza severa se ha duplicado, la fractura social se acrecienta. Parece que los valores se licúan, que perdemos tono vital, que la sociedad está desmoralizada.

Sin embargo, sabemos que los empobrecidos no han perdido un ápice de dignidad. Sentimos la dignidad de los empobrecidos. Los pobres nos primerean, nos evangelizan. Los pobres son vicarios de Cristo, son imagen de la dignidad divina. Sabemos que nuestra dignidad es ajada cuando negamos a nuestros semejantes la dignidad social o los derechos humanos básicos. Queremos tocar las llagas, sentir con los pobres, invitar al lugar de la verdad, del llanto, de la exclusión y de la esperanza. Queremos desvelar las estructuras de pecado.

Sabemos que no vivimos en una época de cambios sino en un cambio de época. Por eso, queremos construir otro mundo, volver al cimiento que es Jesús y ponernos a los pies de la cruz. Queremos construir caminos de encuentro y de comunidad, reivindicar el papel de la política como camino hacia el bien común, hacia la justicia y hacia la paz. Anhelamos que el trabajo deje de ser una mercancía porque sabemos que la persona es lo primero. Cada ser humano es tierra sagrada.

Nos comprometemos a construir y potenciar lo comunitario, porque éste es el único camino de humanización y de esperanza.  Queremos
festejar la utopía y ser felices. Vamos a construir desde abajo, a levantar islas de esperanza y a ser místicos. Queremos ser creyentes y creíbles.

No nos importa cuán pequeño puede ser un proyecto pues puede no cambiar el mundo pero sí muchas vidas. Nos comprometemos a construir comunidades, grupos humanos solidarios, donde todos están vinculados los unos a los otros, porque sentimos que la suerte que pueda correr nuestro prójimo es nuestra misma suerte; lo que a él le ocurre, a mí me ocurre.

Los testimonios de las seis vigilias ya celebradas nos han revelado que son ya muchas las personas y grupos que están comprometidos con el bien de su prójimo. Gracias a ellos, otro mundo nuevo ya está abriéndose paso aquí y ahora. Ellos son signos de esperanza y de la dignidad de los empobrecidos. Sabemos que juntos lo conseguiremos y no perderemos la esperanza.


 

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7 de abril de 2013

En esta quinta vigilia de oración y de solidaridad hemos querido mirar a los que sufren la crisis con los ojos de Jesús, el buen samaritano, detenernos toda una noche en vela para aprender sus cuidados, para oír la voz quebrada del golpeado por el paro y el desahucio, por la falta de asistencia médica primaria y de recursos básicos, por la amenaza del internamiento en el CIE de Aluche o la expulsión de España.

Haciendo una lectura creyente de la realidad, observamos las tragedias de la tierra y sentimos el dolor. Vemos que el mundo
está en la cruz, que las personas sufren y muchas viven y mueren con su dignidad pisoteada. En nuestro país la crisis amenaza la vida de la mayoría de la gente: españoles y extranjeros, jóvenes y mayores, creyentes y no creyentes, universitarios y personas con menos formación.

Nos duele el divorcio entre la ética y la economía, la falta de preocupación por el bien común de conciencias obnubiladas por el dinero.

Queremos bajar de la cruz al Cristo sufriente. Queremos estar en la brecha. No podemos pasar de largo ante los heridos en el camino porque todos vamos en el mismo barco y estamos hechos del mismo barro.

Señor, te buscamos en las calles al pasar. Sabemos que en estos tiempos nos sigues llamando a anunciar el Evangelio entre los sufrientes de la crisis y nos pides que descubramos en cada ser humano a un hijo muy amado y querido por Ti, que también nos evangeliza. Nos consuela saber que en nuestra debilidad, Tú te haces fuerte y nos fortaleces.

Vemos razones para la esperanza en nuevas formas de solidaridad: grupos de consumo solidario, plataformas contra los desahucios, comedores sociales, banca ética, consumo responsable y tantas otras.

Creemos que los caminos para esta evangelización que nos pides pasan por la humildad, la encarnación y dejar que la fe empape todas las dimensiones de nuestra vida. Evangelizar es acompañar a las personas en un proceso de liberación integral de todo aquello que les impide reconocerte como el Señor.

El mundo está demandando hoy de nosotros, los cristianos, signos de vida intensa y de fraternidad universal. Por eso dando una respuesta comunitaria queremos ser una Iglesia samaritana y fraterna, fermento en medio de la masa.

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15 de abril de 2012

Nuestra cuarta vigilia de oración y de solidaridad con las personas paradas ha sido tiempo propicio para sembrar oportunidades y crear futuro. Nos ha impresionado la tremenda dignidad de los parados a través de sus testimonios. Creemos que sus corazones están más cerca del Padre que los de todos los enriquecidos. Nos escandalizan los mecanismos que nos han traído a esta crisis y la responsabilidad de tantos y tantos dirigentes políticos y sociales de nuestro país y del mundo entero.

Por nuestra fe en el Resucitado, queremos cultivar una espiritualidad de ojos abiertos a la realidad humana próxima y remota porque sabemos que los insignificantes y las víctimas son los preferidos de Jesucristo. Él nos ha contado que el Padre es experto en plantaciones y semillas y que en Él nadie anda huérfano.

Nos duelen los desahucios, la creciente feminización de la pobreza, la juventud frustrada, los inmigrantes perseguidos y tantas familias rotas a causa de esta crisis. Sufrimos con la reforma laboral, los recortes en la ayuda al desarrollo, en la sanidad, en la educación, en políticas sociales y en todo lo público.

Por fidelidad a Jesús, no podemos quedarnos en el duelo. Debemos buscar salidas. Entendemos la fidelidad como un proceso dinámico de apertura al Resucitado que nos empuja a la perseverancia en la búsqueda de soluciones nuevas como redes de apoyo, cajas de resistencias, bancos de tiempo, cooperativas de consumo y tantas otras.

Nos comprometemos a llevar los clavos de Jesús en nuestras manos y arrancarlos de nuestros hermanos, a devolver el nombre, el rostro y la palabra a tantas personas paradas. Apostamos por una nueva espiritualidad, por una globalización de lo humano y por una cultura de la no-violencia. Nos comprometemos a alzar la voz por los que no la tienen y a luchar por una democracia participativa.

Lucharemos por levantar en nuestra sociedad instituciones cuyo objetivo sea el bien común, por desarrollar una sociedad que respete el medio ambiente y supere la cultura del consumismo en que estamos inmersos.

Nuestra esperanza nos hace creer que luchar ya es ganar, sabemos que debemos vivir resistiendo. En esa confianza, aunque sembremos con lágrimas, cosecharemos entre cantares.


 

MANIFIESTO DE PASTORAL DEL TRABAJO, CÁRITAS DIOCESANA, DELEGACIÓN DE APOSTOLADO SEGLAR, DELEGACIÓN DIOCESANA DE  MIGRACIONES, EPPOS (EQUIPOS PARROQUIALES DE PASTORAL OBRERA), HOAC (HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN CATÓLICA), HHT (HERMANDADES DEL TRABAJO) Y JUSTICIA Y PAZ, TODAS ELLAS DE LA DIÓCESIS DE MADRID


10 de abril de 2011

Después de una noche de vigilia de oración y de solidaridad nuestras organizaciones manifiestan lo siguiente:

Vemos con dolor a jóvenes sin oportunidad de trabajar, una generación bien formada sin acceso al mercado de trabajo y una generación madura y con experiencia, expulsada del mismo. Vemos a inmigrantes sin papeles y sin trabajo, perseguidos en redadas injustas.
Vemos a demasiadas personas desempleadas y con miedo al futuro.

Vemos un mercado inestable, un mercado que disuelve la familia con sus exigencias de productividad para satisfacer un consumismo que ofrece una felicidad engañosa y que cuestiona los derechos sociales garantizados por el Estado.

Consideramos que todo depende del "dolor" con que se mira. Cansados de tanta pobreza y tanta acumulación, anhelamos la plena libertad para nosotros y toda la humanidad. Queremos mantener una mirada utópica sin ningún tipo de resignación.

Estimamos que la crisis entraña una destrucción masiva de la cooperación social. Consideramos que los poderes económicos y financieros demandan reformas que no buscan el bien común. Denunciamos la inestabilidad, ineficiencia e injusticia de un sistema económico que deja tantos parados y genera una crisis de un tamaño nunca visto.

Alimentados por la fe, queremos enfrentar la injusticia: los abusos laborales, la explotación inmobiliaria, la desigualdad territorial, la persecución de sin papeles y la marginación de vulnerables.

Queremos adecuar nuestro modo de vida y consumo a las necesidades de todos los seres humanos de nuestro planeta en igualdad, conscientes de que el consumo no da la felicidad.

Queremos cultivar la cooperación, enfrentar la injusticia para transformar estructuras. Admiramos el ejemplo de los jóvenes que se rebelan y manifiestan su descontento. En efecto, creemos que lo que no damos, lo perdemos.

Queremos vivir con las manos vacías y el corazón lleno de nombres, con un estilo de vida más sencillo, que nos permita cultivar relaciones interpersonales e irradiar felicidad. Nos proponemos acercarnos a los desempleados y excluidos con una orientación inteligente y eficaz.

Reivindicamos la solidaridad con pymes, autónomos y trabajadores. Reivindicamos el destino universal de los bienes.

Nos proponemos transformar estructuras: apoyar familia y derechos de ciudadanía, reconstruir vecindario y sindicato, reforzar ciudadanía y servicios públicos, construir solidaridad internacional.

Propugnamos una autoridad mundial con una ley global que controle los mercados y sirva para construir una comunidad universal bajo una  ley basada en la racionalidad común, con principios básicos compartidos, presentes en lo mejor de las religiones del mundo, como la gratuidad, la justicia y la paz.

Enraizados en Cristo, ¡algo nuevo está brotando!


 

MANIFIESTO DE LAS DELEGACIONES DE PASTORAL DEL TRABAJO, MIGRACIONES Y APOSTOLADO SEGLAR,  CÁRITAS, EPPOS, HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓNCATÓLICA, HERMANDADES DEL TRABAJO,  JUVENTUD OBRERA CRISTIANA Y JUSTICIA Y PAZ, TODAS ELLAS DE LA DIÓCESIS
DE MADRID


Madrid, 18 de abril de 2010

Fijos los ojos en el Señor y a los pies de todos los crucificados, contemplamos la crisis como lugar de Dios, un Dios que se manifiesta en medio del sufrimiento. Vemos el dolor de tantos hermanos víctimas de una crisis de valores, de honestidad, de justicia y de decencia, fruto de la obtención de lucro sin esfuerzo. Vemos la fortaleza de mujeres y hombres que en media de la pobreza reivindican la justicia y se unen para cambiar sus vidas y la de todos frente a la cultura dominante del individualismo.

 

Nos parece que esta crisis es una oportunidad para el Evangelio. En efecto, la fe más auténtica nace en medio del dolor y de la injusticia. En los tiempos más difíciles es cuando florece lo mejor del ser humano: unión, solidaridad y  resistencia. Solo la vivencia de estos valores nos lleva a salir del individualismo para cambiar el desorden de las cosas.

 

Proponemos la necesidad y la urgencia no solo de continuar los esfuerzos de acogida y acompañamiento y de cambiar nuestra propia vida sino también de alentar la lucha por la justicia. Para esto, hoy más que nunca, debemos combatir la ignorancia, denunciar los intereses particulares que atentan contra el bien común, y apostar por los valores del Evangelio y la dimensión de fraternidad en las relaciones sociales. Es urgente nuestra participación en la vida social y política y el desarrollo de la ciudadanía democrática en las relaciones políticas y económicas.


 

MANIFIESTO DE PASTORAL DEL TRABAJO, CÁRITAS DIOCESANA,
DELEGACIÓN DE APOSTOLADO SEGLAR, DELEGACIÓN DIOCESANA DE MIGRACIONES, EPPOS
(EQUIPOS PARROQUIALES DE PASTORAL OBRERA), HOAC (HERMANDAD OBRERA DE ACCIÓN
CATÓLICA), HHT (HERMANDADES DEL TRABAJO) Y JUSTICIA Y PAZ, TODAS ELLAS DE LA DIÓCESIS DE MADRID


 


19 de abril de 2009


 

Después de una noche de vigilia de oración y de solidaridad nuestras organizaciones manifiestan lo siguiente:

 

Vemos a la gente herida por el paro, por esta situación de crisis y no podemos mirar a otro sitio. Nos duele el desempleo, los desahucios, los hogares con la luz cortada y sin agua, la pobreza que sufren tantos madrileños y que nos afecta a todos y especialmente a los trabajadores inmigrantes, a los jóvenes y a las mujeres. Nos lastiman las rupturas familiares que genera el paro.

Nos hiere la crisis alimentaria mundial, que afecta a los países empobrecidos, la crisis ecológica, que afectará más gravemente a las generaciones venideras, y la crisis energética.

Nos punza el miedo que nos puede paralizar y genera inseguridad.

 

Nos parece que la causa de esta crisis está en el consumismo, en la desregulación, en la avidez y la estrechez de miras, en una globalización asimétrica e insolidaria, en la inversión de los procesos de redistribución de la renta. En suma la raíz del problema está en un sistema capitalista, en el que estamos inmersos, que contempla el trabajo como una mercancía y legitima el egoísmo.

 

Por todo ello, a la luz del Evangelio y de la doctrina social de la Iglesia, proponemos una economía y una sociedad al servicio de la persona, donde se respete la dignidad humana y se priorice al que sufre, donde los cristianos y todas las personas de buena voluntad vivamos la austeridad para compartir y defendamos pública y privadamente el bien común y el destino universal de los bienes. Pedimos una definición crítica, clara y rotunda de la Iglesia ante esta situación y una implicación en la denuncia desde los más empobrecidos y con ellos. Nos comprometemos a sensibilizar a  nuestros hermanos creyentes en esta tarea.

 

Por último, asumimos que es más gratificante darse y dar que recibir. Queremos que a nadie le falte lo que a otro le sobra. Creemos que si cada uno pone en la mesa de la vida los talentos que tiene, habrá pan para todos y en abundancia. No queremos vivir con la cabeza agachada. Tenemos la esperanza y la ayuda de Dios.