Actividades del curso 2015/2016
Campaña "Si cuidas el planeta combates la pobreza"
Documento base de la campaña
Vigilia de oración
Decálogo verde
Materiales para colegios
IV Jornada de Reflexión “Enlázate por la Justicia”
«La humanidad tiene aún la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común»
El día 5 de febrero de 2016 tuvo lugar la IV Jornada de reflexión “Enlázate por la justicia”.
Como sabéis, desde octubre de 2011 nuestras organizaciones católicas de cooperación al desarrollo estamos trabajando juntas con el propósito de crear espacios comunes de reflexión, celebración y de incidencia.
Este año celebramos esta jornada, centrada en la encíclica Laudato Si y en el trabajo conjunto que queremos impulsar en relación al Cuidado de la Creación.
Día: Viernes 5 de febrero
Hora: 17:00 a 20:15
Lugar: Universidad de Comillas- ICAI, Alberto Aguilera 25, Madrid
(Sala Pérez del Pulgar, Primera Planta)
PROGRAMA
Oración y presentación de la jornada, David Alonso | 17:00 – 17:15 |
Conferencia: “Laudato Si: Un aliento profético por la justicia ecológica” Daniel Izuzquiza, sj. Director de la Revista Razón y Fe y del Centro EntreParéntesis
“Retos y perspectivas tras la Cumbre del Clima de París” Yayo Herrero, Directora de FUHEM-Ecosocial Presentación de la próxima campaña, Javier Sánchez |
17:15 – 18:30 |
Descanso | 18:30 – 19:00 |
Trabajo por Grupos en relación a la Campaña | 19:00 – 19:40 |
Conclusiones de los grupos | 19:40 – 20:00 |
Despedida y gesto | 20:00 – 20:15 |
VIGILIA "ENLÁZATE POR LA JUSTICIA" 2015
MANIFIESTO
Como miembros de organizaciones de Iglesia, estamos reunidos en oración para pedir la transformación de la realidad social y el cambio de un modelo económico injusto que crea desigualdades, vulneración de derechos y situaciones de pobreza y exclusión en todo el mundo.
Todos somos conscientes de la dramática realidad que viven muchas personas en España. La difícil situación por la que atraviesa nuestro país -calificada como "pobreza creciente, derechos menguantes"- nos muestra una pobreza cada vez más cercana, que nos puede llevar a ignorar otra
pobreza que, no por más lejana, deja de ser intensa, deshumanizadora y desgarradora.
Es nuestra responsabilidad moral y nuestro deber como cristianos mirar la realidad de lo que ocurre en el mundo, analizar las causas de la injusticia -que son las mismas en todos los países- y actuar para acabar con ellas.
El Papa Francisco, en su Exhortación Evangelii Gaudium, recuerda que "la Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas".
Estamos llamados, por tanto, a construir el reino de Dios y a buscar el bien común de toda la familia humana, de una familia formada por nuestros vecinos y amigos más cercanos, pero también por los más lejanos, como la madre congoleña que no puede dar medicinas a su hijo o por la niña que todos los días camina doce kilómetros para ir a la escuela.
No somos tan diferentes ni estamos tan lejos unos de otros. Nuestros rostros reflejan la diversidad del mundo y la misma ilusión por vivir, idéntica esperanza en el futuro y una sólida firmeza para luchar por nuestra dignidad y la de nuestras familias.
Como escribió el Papa Emérito Benedicto XVI, en su Caritas in veritate, "el desarrollo de los pueblos depende de que se reconozcan como parte de una sola familia humana, que colabora con verdadera comunión y está integrada por seres que no viven simplemente uno junto al otro".
Nosotros somos testigos privilegiados de cómo esa colaboración entre personas y entre países de la que hablaba Benedicto XVI ha ayudado a transformar la realidad. Podemos dar fe de pequeños milagros conseguidos a través de la cooperación fraterna y recíproca: cómo un campesino del Amazonas logra su primera cosecha en muchos años; cómo una cooperativa de mujeres de Bangladesh pone en marcha un taller de costura; o cómo unos jóvenes haitianos aprenden un oficio que les permite llevar dinero a sus casas...
Desde esta presencia, pedimos la máxima responsabilidad a las Administraciones públicas para construir las bases de un nuevo modelo social y económico centrado en las personas, especialmente las más vulnerables, para articular políticas encaminadas a promover los derechos
humanos y la justicia en todo el mundo; y, sobre todo, para que "no miren hacia otro lado mientras millones de personas pasan hambre", como expresó el Papa Francisco en el lanzamiento de la campaña "Una sola Familia humana. Alimentos para todos".
"En este marco se comprende -escribe Francisco en la Exhortación Evangelii Gaudium-- el pedido de Jesús a sus discípulos: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37), lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos. La palabra «solidaridad» está un poco desgastada y a veces se la interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad. Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos".
Nuestras organizaciones católicas quieren sumarse a la corriente de solidaridad con nuestro trabajo de cooperación aportado por miles de manos: las de tantas personas voluntarias, trabajadores remunerados, y religiosos y religiosas que hacen posible los distintos proyectos de desarrollo
que se llevan a cabo en más de un centenar de países de todo el mundo.