Cantar de los Cantares

Apéndices (8, 8-14)

Coro

8A nuestra hermana pequeña no le han crecido los pechos. ¿Qué vamos a hacer con ella cuando vengan a pedirla?

9Si es una muralla, la coronaremos de almenas de plata; y si es una puerta, la recubriremos con tablas de cedro.

Amada

10Soy una muralla y mis pechos, torres; mas seré para él remanso de paz.

Coro

11Salomón tenía una viña en Baal Hamón. Le dio la viña a los guardas y cada cual le pagaba por su cosecha con mil monedas de plata.

Amada

12Mi viña, mi propia viña es sólo mía; para ti, rey Salomón, las mil monedas; y da a los guardas doscientas por custodiar la cosecha.

Amado

13Señora de los jardines, mis compañeros te escuchan, ¡déjame escuchar tu voz!

Amada

14Amor mío, huye corriendo como corzo o cervatillo por las montañas de especias.

Clave de lectura a la luz de la doctrina social de la Iglesia: la promoción de la paz

La promesa de paz, que recorre  todo el Antiguo Testamento, halla su cumplimiento en la Persona de Jesús.  La paz es el bien mesiánico por excelencia, que engloba todos los demás bienes  salvíficos. La palabra hebrea « shalom », en el sentido etimológico de « entereza », expresa el concepto de « paz » en la plenitud de su  significado (cf. Is 9,5s.; Mi 5,1-4). El reino del Mesías es  precisamente el reino de la paz (cf. Jb 25,2; Sal 29,11; 37,11;  72,3.7; 85,9.11; 119,165; 125,5; 128,6; 147,14; Ct 8,10; Is 26,3.12; 32,17s; 52,7; 54,10; 57,19; 60,17; 66,12; Ag 2,9; Zc 9,10 et alibi). Jesús « es nuestra paz » (Ef 2,14), Él ha derribado el  muro de la enemistad entre los hombres, reconciliándoles con Dios (cf. Ef 2,14-16). De este modo, San Pablo, con eficaz sencillez, indica la razón  fundamental que impulsa a los cristianos hacia una vida y una misión de paz.

La  vigilia de su muerte, Jesús habla de su relación de amor con el Padre y de la  fuerza unificadora que este amor irradia sobre sus discípulos; es un discurso de  despedida que muestra el sentido profundo de su vida y que puede considerarse  una síntesis de toda su enseñanza. El don de la paz sella su testamento  espiritual: « Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo »  (Jn 14,27). Las palabras del Resucitado no suenan diferentes; cada vez  que se encuentra con sus discípulos, estos reciben de Él su saludo y el don de  la paz: « La paz con vosotros » (Lc 24,36; Jn 20,19.21.26) (Compendio de la doctrina social de la Iglesia, n. 491).